Estoy en la mitad de un puerto totalmente destruido. Para llegar a donde la ministra transmitirá en directo para todo el país tocó surcar una carretera sin pavimentar. Las casas son de madera. Un ejercito de miembros de la policia custodían este lugar. La ministra saluda a unas indigenas Pichingas que no hablan español. Veo pobreza y nada de sonrisas. Huele mucho a sal.
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