martes, 12 de agosto de 2008

Improzac: el arte de improvisar


Si un futbolista se las da de muy loco e improvisa una jugada pueden suceder dos cosas. La primera de ellas es que le salga la gambeta y el público solloce por la actitud intrépida y arrojada que será recompensada con gritos de ánimo, aliento y admiración.



La segunda opción es que su “gracia” no funcione y termine siendo abucheado, humillado y sea objeto de las burlas más crueles y humillantes.



Afortunadamente para mi, y para los asistentes al espectáculo de Improzac, en el extraño Festival de Verano que hace actividades bajo un cruel frío, la improvisación, resultó exitosa y generó un ambiente de hilaridad poco común si se tiene en cuenta que estamos acostumbrados a la baja calidad humorística generada por las décadas del tradicional Sábados Felices, uno de los pocos referentes de la risa en el país del sagrado corazón que ríe facilmente.



Improzac, son un grupo de cinco humanos dedicados a una actividad muy común en Colombia: la improvisación. Lo interesante de este colectivo es que es una improvisación elaborada que busca atacar con comentarios ácidos la vida misma.Las nimiedades del devenir humano.



Para definirlos no es posible utilizar el término cuentero, cuentachistes, hazmerreír o payasos, como ellos mismo lo expresan, se hace necesario recurrir a la improvisación e ingenio. En conclusión: Son unos tipos, ingeniosos que a través de diferentes actividades logran generar en un gran jolgorio, risotadas, carcajadas en un ambiente lleno de hilaridad.



Durante una hora se dedican a improvisar. Sobre toda clase de “pendejadas” de la vida diaria, como por ejemplo, la triste situación de algunos seres como yo a quienes los buses nunca nos paran y temas de este calibre.



Debo reconocer que al conocerlos y escucharlos tuve miedo. De hecho los primeros 10 minutos tuve un escudo que cubría mis propios conceptos del humor. Pero, al pasar el tiempo y observar que la risa surge poco a poco uno va como entrando en “confiancita” y llega hasta admirarlos. Porque un buen colombiano siempre estará orgulloso de la improvisación.

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