viernes, 26 de marzo de 2010

A la memoria de Clodomiro Castilla

Me llega este texto a través de Medios Para La paz. Sin duda es necesario replicarlo. Impunidad.


Clodomiro Castilla

Director de la Revista El Pulso del Tiempo

(1960- 2009)

Al sepelio, en Montería, del periodista Clodomiro Castilla, director de la Revista El Pulso del Tiempo, debieron asistir el Presidente de la República de Colombia y las autoridades locales. También debieron acudir directivas de otros medios de información y representantes de gremios periodísticos del orden nacional, pero no lo hicieron.

Y debieron estar todos ellos, no solo para solidarizarse con la familia del periodista asesinado y estudiante de derecho, sino con los colegas de otros medios locales y corresponsales, que tratan de investigar y no pueden, porque están expuestos en regiones como Córdoba y muchas otras de Colombia, a la amenaza y el chantaje, al silencio y el miedo o la muerte y el olvido.

Tampoco asistió masivamente la población monteriana, porque prácticamente no se enteraron dónde eran las honras fúnebres, ni su horario: los dos periódicos locales, pertenecientes a la familia de William Salleg, no informaron del lugar del sepelio, pero sí de los hechos y de la vida pasada del periodista. Y lo hicieron de una manera vulgar para justificar su muerte.

Para el Meridiano de Córdoba y el periódico sensacionalista El Propio, no murió un periodista, mucho menos un ser humano. A Clodomiro Castilla Ospino, director de la Revista El Pulso del Tiempo, asesinado en la entrada de su residencia el pasado 19 de marzo, estos periódicos y su dueño, director y gerente, William Salleg, lo trataron como un criminal. Y se regodearon desde la primera página de ambos medios con su muerte.

Bastaba leer el gran despliegue en primera página de El Meridiano, sobre la muerte de Clodomiro Castilla, para entender que había odio y venganza y que quienes escribían sobre este asesinato, lo hacían deleitándose con su crimen, no rechazándolo.

Es más, enviaban con esta nota un mensaje claro a otros comunicadores sociales y ciudadanos que, de manera valiente como Clodomiro, se atrevieron y se atreven a denunciar a dirigentes políticos o ganaderos de la región por vínculos con el paramilitarismo, la corrupción en el Estado y el narcotráfico.

No de otra manera puede entenderse, que a un ser humano que naufragó durante años en las drogas y en las calles y que pudo salir a una nueva vida en 1999, gracias a un proceso de rehabilitación y el apoyo de sus amigos, periódicos como El Meridiano y El Propio, lo hayan ultrajado tanto.

Incluso se inventaron que durante el levantamiento del cadáver, las autoridades “habrían encontrado una bolsa con varios gramos de ‘perico’ y al parecer en la casa persistía un leve olor al alucinógeno”. Hechos que luego fueron desmentidos por la policía de Montería que tiene una de sus estaciones a escasos 80 metros de la vivienda del reconocido periodista.

Clodomiro Castilla pudo ser un periodista polémico desde su trabajo en El Pulso del Tiempo, pero lo hizo desde la investigación periodística y la palabra, no desde el poder económico o las “buenas relaciones” que dan los grandes medios de información o desde los pactos maquiavélicos que nos han enseñado algunos dirigentes en Colombia y que, con tal de alcanzar el poder, hacen alianzas funestas con los señores del dinero, la capucha y las balas.

A Clodomiro Castilla, periodista de 49 años, lo recordarán los estudiantes monterianos, no sólo por sus denuncias de corrupción que hacía en la radio y su Revista, sino por las charlas en las que daba testimonio sobre el horror de las drogas. También lo recordarán como un hombre bueno, que recogía perros maltratados y olvidados de las calles y por eso soñaba con una casa grande para protegerlos.

Clodomiro Castilla Ospino, director de la Revista El Pulso del Tiempo, “Periodismo de pie” como él lo llamaba, deja cuatro hijos: Mauricio, Tania, Axel y Andry. Axel, un joven profesional en educación física, fue el primero en llegar cuando lo mataron; estaba rodeado por sus seis perros que no paraban de ladrar y llorar al lado de su amo y amigo. “Una de las perras, ‘Susana’, le lamía el rostro queriendo levantarlo para que continuara viviendo”, relató Axel. Vivir era lo que merecía Clodomiro y la libertad de prensa en Colombia.

Si la Fiscalía General de la Nación quiere investigar a fondo este crimen, basta con leer algunos de sus valiosos artículos y los nombres de los denunciados. Su familia y amigos claman desde Montería para que este caso sea trasladado a Bogotá y no siga reinando allí, la impunidad, la corrupción y la mentira.

Jesús Abad Colorado L.

Periodista y fotógrafo

Marzo 25 de 2010

1 comentario:

justicia dijo...

Muy sentido homenaje a quien muere por la lucha de una causa. Murió de pie y no vivió arrodillado. Clodomiro pasara a la historia como un hombre valiente a quien callaron con las balas, no podían hacerlo de otra manera, Clodomiro era incorruptible, implacable. Era un buen hombre, gran papa, lleno de cariño. Que Dios nos guarde y que se haga justica para que pueda descansar en paz.